El otro día descubrí la parábola budista de las dos flechas.
Te la cuento.

Dos flechas en algún lugar del mundo.
En la psicología budista, la primera flecha se clava bien a dentro cuando ocurre un evento doloroso: un fracaso, un rechazo, una pérdida.
Pues bien, eso es normal.
Y ahora, viene lo sorprendente.
La mayoría de las personas no se detienen en la primera flecha. Se disparan una segunda a sí mismas.
Ala.
Ahora ya lo sabes.
Te cuento más.
El rechazo no fue suficiente: añaden duda sobre sí mismos.
El error no fue suficiente: añaden autocrítica.
El fracaso no fue suficiente: añaden vergüenza.
La segunda flecha es nuestra reacción a la primera. Es la herida emocional que nos infligimos a nosotros mismos.
Pero aquí está la clave: la segunda flecha es opcional.
El arrepentimiento, la culpa y el exceso de análisis no cambian el pasado.
Solo profundizan la herida.
La verdadera habilidad en la vida no es evitar el dolor, sino negarse a dispararse dos veces.
La próxima vez que te encuentres en un momento de sufrimiento, detente y pregúntate:¿Es esta la primera flecha, o estoy empeorando la situación disparándome más?
Feliz día,
I
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